domingo, 27 de junio de 2010

Rue Rivoli

La luna todavía dominaba el firmamento cuando se despertó. Como cada día que aquello ocurría, cogió su fina bata de seda y se asomo al balcón. Fuera hacia frio, era mediados de noviembre pero el tiempo ya era más frio de lo habitual en aquella época. Mientras contemplaba el poco trafico que a aquella temprana hora pudiera haber por la Rue Rivoli. Probablemente se hubiese despertado debido a una de sus constantes pesadillas, un recuerdo de su adolescencia. Apoyo los codos sobre la barandilla, y sin desearlo, comenzó a repasar los acontecimientos del día anterior. Definitivamente había sido un mal día. Su carrera profesional seguía atascada; el libro que la volvería a llevar a la lista de los más vendidos seguía en el punto que lo había dejado meses atrás, había perdido aquellos que algunos habían llegado a considerar mágico. Su vida personal no era mucho mejor.

Se alejo del balcón dejándolo abierto mientras se preparaba un café cargado. Durante su periodo de estudiante era incapaz de tomar café sin comenzar a temblar descontroladamente, pero entregar su novela en los plazos acordados la había llevado a no dormir más que cuatro o cinco horas diarias, convirtiéndola en una adicta al café.

Llevaba días sin aparecer por su oficina, nadie la iba a echar de menos, su columna no ocupaba más que unas pocas líneas y sus artículos eran publicados por el hijo del director, relegándola a un segundo plano, pero sus libros no aportaban los suficientes ingresos como para poder sobrevivir, así que no podía hacer más que callarse y trabajar, además, nadie la contrataría, no después de lo que había ocurrido al comienzo de su carrera. Se había planteado comenzar con algo nuevo, pero adoraba aquella profesión, aunque probablemente nunca nadie le reconocería sus éxitos.

Se sentó delante de su ordenador. Tenía varios años y la velocidad de su procesador era realmente baja, pero le tenía cariño, con el había escrito su primer libro y creía que su suerte procedía de aquel portátil blanco. Presionó el botón de encendido y se puso cómoda mientras este arrancaba. Intento durante un rato avanzar aunque fueran unas líneas, pero al ver que era una misión imposible, bajo la tapa, se quito su bata y antes de que el amanecer comenzase se metió de nuevo en su cama pensando que cuando volviera a despertarse, sería un nuevo día.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Quiero una segunda parte!!

Por faa~~! Jajajaja, parece el comienzo de una novela o algo, no me lo puedes dejar así~!

(Casi tenía miedo que un vampiro entrara por el balcón y se pusiese a charlar con ella, o incluso una gárgola! jajaja...lo que hacen los mangas...¬¬)

xDD

Oli dijo...

Difícil, pero realmente placentero el escribir, ojalá, ojalá se pudiera vivir de ello sin ser tan arriesgada empresa... Sólo necesitamos una inspiración, un ligero empujón que te haga escribir y no parar... Y al final contemplar el trabajo... Es una sensación indescriptible y genial.

A veces, hechos aislados de nuestro pasado, condicionan nuestro futuro... Y hay que convivir con ellos

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