miércoles, 28 de abril de 2010

Feliz no cumpleaños les doy

Um… ¡hoy cumplo un año!

Vale… es una frase estúpida y muy utilizada, pero es la verdad… hace un año… dentro de unas horas que cree el blog… y todavía no me arrepiento (y eso es complicado… por lo visto todo lo que comienzo… llega a su fin pocos días después de haber empezado… espero no dedicarme nunca a las empresas… estas quebrarían… jajjaj)

Bueno, me podría poner a decir lo mucho que he disfrutado escribiendo y leyendo comentarios pero… mañana tengo un examen de química y… creo que me volveré a estudiar.

Un beso a todos los que lleváis un año, o tal vez un poco menos, aguantándome … y bueno… gracias. ^.^

lunes, 19 de abril de 2010

Mundo blanco

Su mundo, sus reglas… o eso pensaba.

Como cada mañana se levanto incluso antes de que el sol comenzase a iluminar su vacio cuarto. Parecía extraño que una persona pudiese vivir allí: las estanterías estaban vacías, la mesa limpia, el armario demasiado ordenado; todo parecía un decorado que más tarde se cambiaria, pero allí vivía ella. Su cuerpo estaba frio. Fuera nevaba. Había dormido sobre las mantas, y la calefacción no estaba puesta. Poso sus pies sobre el suelo y se deleito con la corriente que cruzo su cuerpo. Sus sentidos la avisaban de que hacía demasiado frio, pero no le importaba, ella siempre estaba así, o al menos eso recordaba; la ayudaba a mantenerse viva.

Descendió por las escaleras, lentamente, mientras jugueteaba cual niña pequeña. Intento, como cada mañana, recordar lo que había pasado antes de despertar en aquella casa, pero como siempre, un velo ocultaba su memoria.

No sabía cuánto tiempo había pasado, nunca salía de su fortaleza. No había puertas, ni tampoco ventanas, pero cada mañana entraba la luz del sol o bueno, lo que ese día alguien decidiese. Tampoco había televisión, estaba incomunicada, como un ratón de laboratorio humano. Nunca te aburrías, extrañamente siempre tenias miles de cosas por hacer.

Un extraño sentimiento recorrió cada una de sus vértebras, un vestigio de sus antepasados. Algo iba mal, algo no estaba como siempre. Desde su posición en los últimos escalones, no podía alcanzar a ver el salón, pero sabía que allí había algo o alguien que el día anterior no había estado.
Se acerco lentamente, intentando ser lo más sigilosa posible. Su visión comenzó a nublarse, pero continuo avanzando, eso no había hecho más que reforzar su ansia por conocer que ocurría, por saber que había más allá de aquel mundo blanco.

No se había dado cuenta, pero de repente estaba ante el sofá. Podía apreciar el contorno de otra persona sentada. Bordeo el sofá y allí estaban sus recuerdos, su cara…. De repente el mundo se volvió negro y al despertar, ya no era capaz de recordar nada.

Una vela sin oxigeno

Ya no puedo más, por más que intento seguir mirando hacia adelante, por más que todo me alentaba a vivir, mi esencia se consume como una vela que necesita oxigeno y no puede encontrarlo, ya no hay. Ya no puedo con mi vida, es una carga demasiado pesada para mí liviano y casi transparente ser. Es todo tan oscuro, tan fatal, tan horrible, que lo único que deseo es volver a aquel rincón oscuro de mi cuarto, bajo mi mesa, abrazarme a las rodillas y dejar de existir, pensar que nada de esto está pasando.

Tantos problemas sin solución, a cada esquina me persiguen, y mi carrera contra reloj se vuelve pesada, mis piernas ya no reaccionan, solo corren por inercia, no conozco la meta…solo un pensamiento: corre.

Mis ojos están demasiado brillantes, mi mirada perdida. El mundo se ha vuelto vacio, sin color, sin sonidos… pongo un pie ante el otro, intentando mover la tierra con mis ligeros pasos, mi huella en este mundo, tan solo un pequeño rasguño en su fuerte coraza.

He superado tantas piedras grandes, que ahora me he caído ante esta tan diminuta, pero ya no tengo fuerza. No puedo sentir el dolor de mis rodillas al golpearse contra el suelo, en mis manos se han clavado pequeñas piedrecitas, cruzo mis piernas y las observo embelesada, como si fuese la primera vez que me daba cuenta de mi esencia. Lentamente me quite cada una de las piedrecitas, una a una, observando la marca que dejaban sobre mi piel, y me pregunte si esa sería la marca que yo dejaría, una marca que desaparecía al cabo de pocos minutos.

A cada segundo, el ruido se acercaba, los problemas se acercaban una vez más a mí, eran tan grandes y yo tan pequeña, que me pregunte como podía haberme escapado, como podía haber luchado. Me quede allí sentada, mirando al vacio, mientras se acercaban… ya nada importaba, había llegado el momento de partir.

domingo, 4 de abril de 2010

El grito del silencio

Una lágrima descendió lentamente, siguiendo el camino que otras habían recorrido con anterioridad. Mí vista lentamente se nublo, mis manos temblaban y aquella pequeña fotografía seguía viva en mi mente aunque un velo traslucido se había apoderado de mis ojos. Enterré la cabeza entre mis manos, luchando por contener mis sentimientos, por ocultarlos en aquella caja oscura en la que se había convertido mi corazón.

La recuerdo todavía, aunque el tiempo haya pasado, como aquella estrella en el firmamento que alumbraba mi camino, tan lejana pero a la vez tan cálida y ahora no es mas que una fotografía antigua y yo… yo no puedo dejar de pensar en el pasado, en lo que podría haber sido y que por mi culpa… ¡ oh señor ! ¿Cómo pude ser tan estúpido? ¿Cómo no pude ver lo que ocurría a mí alrededor? La quería… la quería tanto…

La primera vez que la vi, el sol iluminaba su cabello de plata, su blanca piel brillaba con luz propia y sus ojos, aquellos ojos de los que me enamoré, eran la continuación de la sonrisa que se adivinaba en su boca. Jugaba feliz, despreocupada, como si nunca hubiese crecido. Era delgada, tan delgada que parecía que podría rodear su cintura con una de mis manos. El vestido blanco destacaba su piel, haciéndola aun más bella, una mancha nívea en medio de la inmensidad verde.

Poco a poco mi mente volvió a la realidad. El café sobre la mesa ya estaba casi frio. Me seque las lágrimas lentamente, sin ganas, como si me gustase vivir en el pasado, recordando aquello que me había matado lentamente, consumiéndome. Me levante para recoger la fotografía que había resbalado de mis manos. La mire una vez mas y con suavidad, la volví a colocar en aquel pequeño colgante en forma de corazón que me había regalado aquella tarde.