viernes, 19 de junio de 2009

escapar del destino

Miraba hacia la lejanía, sabia cual iba a ser su destino pero no tenía miedo. Calmaba su conciencia diciendo que era por obligación, pero sabía que tenía otra opción, mas no deseaba el rechazo de su tribu. Estaba lloviendo, era un día oscuro. Su largo pelo negro estaba empapado y sus rizos habían perdido forma. Las pinturas de su tribu se habían mezclado unas con otras hasta no ser más que colores sin forma sobre sus brazos, piernas y cara. Su ropa de pieles se había pegado a su cuerpo restándole movilidad. Caminaba despacio, recordando que tan solo debía poner un pie delante de otro, balancear el cuerpo hacia delante al compas que marcaban sus pies y no pensar, sobre todo debía no pensar pero se hacía imposible y pronto las lagrimas se confundieron con el agua de lluvia. Esperaba verlo llegar, tranquilo, no se esperaría nada. Estaba escondido entre su ropa, lo suficientemente a mano como para usarlo en el momento oportuno. Todo su ser temblaba, tenía miedo de lo que iba a hacer. Dejo de andar, no podía continuar dando vueltas, mirando hacia un paisaje que conocía como la palma de su mano sin apenas verlo, solo podía ver su rostro sonriente, sus promesas de futuro… todo truncado por el odio. Poco a poco dejo de intentar caminar, de intentar no pensar ya que sabía que era inútil. Se sentó en el suelo, apretando las rodillas contra su pecho, abrazándose a sí misma. No quería hacerlo, no quería terminar de aquella manera pero no podía evitarlo.

Un lobo se acerco entre la espesura. Su frio hocico la hizo recordar que todavía estaba viva, aunque eso no hizo más que hundirla ya que, seguiría viva una vez hubiese cumplido con su deber, una vez lo viese caer a sus pies.

Lo vio aparecer. Estaba como siempre, una sonrisa afloro en sus labios pero pronto perdió consistencia hasta caer en el olvido. No estaba más que a unos pasos cuando ella consiguió levantarse del suelo e ir hacia él. No quería hacerlo pero al llegar a su altura no pudo evitar echarse a sus brazos y cobrarse el abrazo que tanto necesitaba. Lloro como una niña pequeña sobre su hombro. El no dijo nada, simplemente le devolvió el abrazo intentando insuflarle algo de su alegría. Se acerco hasta su oído, temiendo decirle las últimas palabras, palabras que el ya conocía de antemano. Notó como sacaba la daga y la preparaba para hundirla en su cuerpo, noto las lagrimas recorriendo su cuello y la miro a la cara. Pudo ver el dolor en sus facciones, sus sentimientos hacia él, como no tenía escapatoria. El mismo cogió la daga de entre sus temblorosas y frías manos y dándole un último beso la libero del dolor de su asesinato.

Un lobo aulló en la lejanía, y a la vez que su cuerpo se derrumbaba en la soledad de su lamento ella rompió a llorar para no poder volver a parar, llorando por no ser valiente, por no poder seguirlo.

1 comentarios:

Simone Solitaire dijo...

Joder Lara...
Me ha gustado, lleva tu firma de cabo a rabo, de todas formas no me esperaba un final así. ^^'

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